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quinta-feira, 27 de setembro de 2012

Dicas que "podem ajudar" a evitar o surgimento de hérnia paraestomal


A hérnia paraestomal é a protusão de vísceras abdominais pelo trajeto do ostoma, as quais são contidas pelo tecido celular subcutâneo e pela pele, criando um abaulamento ao redor do ostoma. Ocorre mais nas colostomias do que nas ileostomias e a maioria surge nos primeiros dois anos após a cirurgia.

Os fatores que podem favorecer o aparecimento deste tipo de complicação são: fatores gerais, obesidade, aumento de pressão abdominal, envelhecimento e a vida sedentária com redução do tônus muscular.

Existem algumas dicas que "podem ajudar" a evitar o surgimento da hérnia paraestomal, pois às vezes realizamos algumas atividades diárias que podem forçar o abdômen, facilitando o aparecimento da hérnia. Como exemplo, podemos citar:

- Amarrar o sapato:
Existem duas formas corretas para amarrarmos o nosso sapato.
1- Sentando em alguma superfície como cama e cadeira, e cruzando a perna para amarrar o sapato.

2 - Ajoelhando para amarrar o sapato.

Nunca devemos amarrar o sapato da seguinte forma:

- Ao pegar objetos no chão:
 Devemos agachar:

Nunca devemos fazer da seguinte forma:

- Levantar de alguma superfície (cama, sofá...) quando se está deitado:
Devemos deitar de lado, para não forçar o abdômen, e ajudar com o braço para levantar:




Nunca devemos levantar com o abdômen pra cima, pois força e pode ajudar o aparecimento de hérnias:







terça-feira, 11 de setembro de 2012

Depoimento de Deyanira Márquez

Acompanhem o emocionante depoimento de Deyanira


Hola desde México.
Los saludo con mucho gusto de poder compartir con Claudia, Christiane y sus lectores este momento de mi vida, que aunque pudiera parecer muy oscuro, es para mí un regalo de mucha luz, pues hace 3 semanas me hicieron  resección del sigmoides y una colostomía.
Mi nombre es Deyanira y tengo 31 años de edad, un hijo de 6 años, dos bebés de 1 año y un marido muy bueno. Mi estilo de vida podría decir que era saludable, buena dieta, nadaba 3 horas  a la semana; y gracias a esto entendí que en nada somos nosotros dueños de nuestra vida, ¿por qué me pasó esto? Simplemente Dios puso esta prueba para mostrarme porqué me sostiene aquí.
Un martes tuve un dolor muy fuerte debajo del ombligo que fue aumentando y no se quitaba con nada, me vieron cinco médicos diferentes; el primero dijo que era colitis el miércoles, el jueves vi a otro y dijo que era apendicitis y me envió al hospital público para que me operaran sin costo; allá el tercero y el cuarto corroboraron apendicitis, y mientras esperaban poderme ingresar a un quirófano ya era la madrugada del viernes.  Como se fueron guiados por ese diagnóstico no me hicieron ningún estudio, ni  nada. Finalmente el quinto médico dijo que no creía que fuera el apéndice, pero que no sabía qué era, así que abriría para buscar algo.
Esa madrugada me hicieron una laparotomía. Mi mejor recuerdo es que aunque el dolor y la incertidumbre eran muy grandes, yo estaba tranquila, en paz, confiada en las manos de Dios.
La operación duró más de 6 horas y perdí mucha sangre, casi 5 litros me transfundieron. Yo estuve anestesiada por 9 horas. Cuando desperté estaba en la sala de recuperación, y no sabía qué había pasado, pero sabía que estaba viva. Toqué mi panza y sentí la bolsa pegada a mí, entonces dije: ya sé lo que me pasó. Y seguí tranquila, ansiosa por ver a mi esposo de nuevo y que viera que yo estaba bien.
Ya lo sabía porque cuando vi que mi dolor era tan fuerte, imaginé que me estaba pasando lo mismo que le pasó a mi madre 8 años atrás. Se le perforó un divertículo y le hicieron una colostomía. Yo lo comenté con los médicos pero lo descartaron porque para ellos yo era muy joven para tener eso, me dijeron que era algo que le ocurría a los adultos mayores. Pero sí, yo también tenía divertículos y la perforación en mi intestino era de 15 milímetros.
Reconozco que fui estreñida, pero por lo mismo acostumbraba el plántago y hasta el zen en por temporadas, pero no lo veía como algo grave.  Aunque nunca imaginé que me fuera a pasar a mí, no es algo que me sorprende; al contario, creo que me estuvo preparando mi Señor Jesús para enfrentarlo.
Al quinto día de la cirugía ya andaba caminando muy bien, con muchas ganas de salir a ver a mis bebés porque no permiten la entrada de niños en ese hospital, y esa tarde me dieran de alta. Llegué a casa, y entonces enfrenté los primeros momentos de absoluta tristeza, al darme cuenta de que me había llevado conmigo esa bolsa, y que yo tenía ahora que asumir todos los cuidados, la limpieza, el cambio, y creí que no podría. Lloré. Lloré incluso sobre el hombro de mi madre, cuando lo que más deseaba era que ella me viera que estaba fuerte ante la situación, pero no podía, sólo quería llorar.
La oración constante, y el amor de mi familia, la ayuda incondicional que prestaron mis amigos en todos los sentidos, es lo que me sacó adelante. Tuve días de ánimo y noches de llanto, sentía que mis fuerzas se acababan y que no  podría más, si no era la irritación de mi piel con llagas, era la bolsa que se filtraba, creía que todo estaba mal. Así fueron mis primeros 10 días por lo menos. Pero a todo fui encontrando el remedio, nada es tan grave.
En mi primer consulta de seguimiento, el médico me dijo que en 3 meses estaría lista para la cirugía de reconección, pero que el hospital no tenía espacio sino hasta marzo 2013 para operarme. Volví a caer en llanto por esa noticia, creí que era demasiado tiempo. Una amiga me presentó con otro doctor que ofreció operarme en el mes de diciembre en otro hospital, y esa es mi esperanza ahora, poder comenzar el año próximo reconectada. Ansío la operación, y mientras me adapto a mi situación como mejor puedo.
Hoy puedo decirles que no lloro más, y que me siento honrada por formar parte del grupo de gente noble que comparte su experiencia de ser ostomizado. Gracias.